El Museo Interactivo de Ciencia expone en sus exteriores más de 33 especies nativas que en algunos años formaran un pequeño bosque andino.
Antonio José Bolívar Proaño sentía que los árboles le hablaban, dentro de su pequeña choza construida con palmas leía novelas de amor, no conocía Paris, pero imaginaba que esa ciudad debía estar llena de árboles, no sabía escribir sólo leer y escuchar el sonido de se inmenso Bosque húmedo tropical que admiraba y del que aprendió a vivir.
Los bosques nativos del Ecuador han sido escenario de inolvidables historias de la literatura, los autores los describen en sus páginas como lugares únicos, dotados de cualidades casi mágicas. Al leer sobre ello sentimos que sólo existen en los libros o que para conocerlos debemos alejarnos totalmente de la urbe. Percepción que se debe a vivir en una ciudad donde el cemento o las plantaciones de eucalipto han remplazado en gran parte a los bosques andinos de Quito.
La recuperación de estos espacios verdes es indispensable tanto por su importancia biológica como cultural, por ello el Museo Interactivo de Ciencia ha decidido implementar en sus espacios verdes el proyecto Bosques Nativos, cuyo primer componente es crear una muestra natural de especies nativas en una zona exterior, conformando así un Bosque Andino.
El proyecto, busca presentar los procesos de cambio que surgen en un espacio “verde” que puede manifestarse como un ecosistema saludable después de la siembra de estás especies. Para ello, se han sembrado varias especies nativas, que tiempo atrás eran fácilmente observables en la ciudad, pero que con el tiempo cada vez se vuelve más difícil el encontrarlas. Árboles como cedros, toctes, cholanes, yalomanes, algunas palmas como el coco cumbi, flores como los aretes del inca, entre otros, podrán ser observados en este espacio.
Este pequeño bosque naciente se encuentra en la ciudad, al momento los visitantes pueden conocer más sobre las especies que lo conforman pero en un futuro tendrán la oportunidad de tener un bosque montano alto dentro del casco urbano. El que la ciudadanía sea parte del proceso de desarrollo de este bosque es fundamental tal como lo explica Martín Bustamante, biólogo de finding species “lo que plantea el Mic en ese espacio es muy importante, asumir el rol de restauración de una zona verde y por otro lado el comunicar y transmitir al público el conocimiento ancestral que esconden cada una de las especies desde sus inicios, permite que la gente se relacioné con la naturaleza andina, que vea que el bosque va creciendo, va cambiando y que es parte de su cotidianidad”.
Acercar a la gente a la cultura de su biodiversidad andina a través de este bosque, es uno de los objetivos principales del MIC. Durante años los jardines de las casas de Quito estuvieron llenos de enredaderas de taxo que atraían a hermoso colibríes, las abuelas curaban a sus nietos de gripe o anemia con tomate de árbol, calmaban el dolor de estomago con hojas de yaloman y quitaban las manchas de la piel con aguas de tilo. Este conocimiento es parte de lo que es Quito y recobrar estas especies es revivir esa cultura. “Hacer ver la relación que existe entre la gente y la naturaleza, es muy importante en ciudades como quito, porque es una naturaleza única”.
La restauración de áreas verdes
Es muy importante el tener en mente, que el museo se apropia de la idea de cambiar “desiertos verdes” que no son más que monocultivos de especies de rápido crecimiento, tales como eucaliptos y pinos, que se convierten en desiertos monocromáticos que generan impactos negativos importantes tanto en lo económico, en lo social y ambiental. Al reforestar áreas con especies nativas se logra que la fauna nativa regrese a espacios en los cuales antes tuvieron sus nichos ecológicos, y que actualmente son tan difíciles de encontrar.
Después de algunos años varios Antonio José leerán novelas de amor cobijados por las inmensas ramas de este bosque nativo, lleno de especies endémicas, habitado por grupos biológicos con modos de vida únicos, con troncos y ramas llenos de vida con broméelas y orquídeas que cuelgan, Antonios que imaginan que e gris de la ciudad de Quito se convierte en un verde andino.
Este artículo fue publicado en la edición de noviembre de la revista Cultura.
Gabriela Arévalo y Paola Santacruz.
Chévere artículo gracias por compartirlo.
ResponderEliminarAntonio José Bolívar, protagonista del libro "Un viejo que leía novelas de amor", excelente libro. Y muy interesante su post, me encantó.
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