A más de uno causa
sorpresa la celebración del Día Internacional del Hombre (19 de noviembre),
pues, si no se analiza bien su propósito, esta nueva fecha no resolverá
problemas profundos que se centran en la brecha de género resumida en la frase:
“Los hombres somos de Marte y las mujeres de Venus”. Somos diferentes,
sí. Pero, ¿qué tanto?
Mi explicación, como curioso
científico, quiere centrarse en las diferencias cerebrales entre hombres y
mujeres. Es verdad que el cerebro de la mujer es ligeramente más pequeño,
pero el número de conexiones cerebrales es muy similar al del varón. Por
lo tanto, tenemos el mismo promedio de inteligencia y solo cambia la forma en
cómo se reparten las conexiones interneuronales a lo largo del cerebro.
Vamos por partes, el cerebro
de la mujer es más apto para la captación de los matices emocionales, mientras
que el hombre dedica más espacio al impulso sexual y a sectores más
desarrollados para la acción, la fuerza y la agresividad. Entonces: «No hay
cerebro unisex: hay cerebro masculino y femenino», como lo afirma Louann
Brizendine en su libro El cerebro femenino. Nuestra educación de género y la
biología configuran nuestros comportamientos, además de la experiencia y las
interacciones que pueden cambiar la estructura de nuestro cableado cerebral.
Por estas razones, las mujeres tienen más desarrollada la comunicación
emocional y tienden a esperar el mismo comportamiento de los hombres (queja más
popular de las mujeres). Pues nosotros no nos damos cuenta de que las cosas van
mal hasta que vemos llorar a una mujer.
Al respecto hay tantos
estudios y teorías que podemos seguir profundizando, pero cabe una pregunta:
¿será que estas diferencias son acentuadas con estas celebraciones? Es
decir, ¿debemos celebrar el Día de la Mujer, el Día del Hombre y otros que aún
no se han inventado? La respuesta es sí, pero entendiendo el verdadero
origen, significado e intención de estas fechas. Si no lo hacemos, corremos el
riesgo de convertirlas en un pretexto para descuidar un aspecto muy importante
y en ocasiones olvidado: la complementariedad entre hombres y mujeres. Tenemos
habilidades, perspectivas y hasta lenguajes diferentes, lo que nos hace lograr
resultados impresionantes, en lo laboral y personal, si trabajamos juntos y nos
conectamos.
Gustavo Ernesto Benavides J.
Museología Educativa
Museo Interactivo de Ciencia
Demos gracias a Dios porque los hombres y las mujeres no somos iguales. Ninguno mejor que el otro, diferentes y complementarios, ése es le éxito del trabajo en equipo :D
ResponderEliminarFelicidades y saludos!!!