miércoles, 19 de septiembre de 2012

Un hábitat generador de vida



Los páramos desde cualquier punto de vista ya sea ecológico, biológico o cultural; son muy importantes para el desarrollo de la vida. En ellos se encuentras zonas muy frágiles y sensibles, de las cuales dependen muchos animales y personas.


¿Dónde se encuentran los páramos?
En América del sur se encuentran las más grandes extensiones de páramo del mundo, esto, debido a su ubicación geográfica y al clima que en esta zona prevalece la mayor parte del año. Además del Ecuador, encontramos estos ecosistemas en Venezuela, Colombia, y Perú.  Asimismo, a los largo de América existen páramo en Panamá y Costa Rica, pero son ecosistemas característicos de la zona tropical del planeta y prevalecen en las partes altas cercanas a la línea equinoccial. Según una publicación de Héctor Herrera, realizada en septiembre de 2012 en Interamerican Association for Environmental Defense, el Ecuador cuenta con una superficie de 12.603 km2 de páramos, aproximadamente la superficie de la provincia de Manabí.
Se ubica entre los 3000 hasta aproximadamente los 5000 m., limitados casi siempre por la presencia de nieve y hielo de las cumbres más altas. Los páramos se han constituido en un sistema hídrico de vital importancia, conformado por humedales (lagunas, ojos de agua, pantanos, charcos), ríos y cascadas. Que proporcionan gran parte del agua que consumen los seres vivos.
Se puede comparar al páramo como una esponja, este absorbe el agua que recibe de la lluvia o de los deshielos para luego formar lagunas y ríos que llegan a las partes bajas. Además, esta agua llega hasta las zonas rurales y urbanas. Muchas ciudades como Quito, en  Ecuador; Bogotá, en Colombia; Mérida, en Venezuela; Piura en Perú; dependen casi exclusivamente del agua que viene de los páramos.

La biodiversidad única del páramo
Cuando se camina por estos fríos parajes, existe la sensación de desplazarse sobre una gigantesca esponja llena de agua. A cada paso, los pies se hunden en esta extensa alfombra verde cubierta de este tipo de vegetación andina. Es un ambiente muy húmedo,  la ropa se moja, o al menos se humedece, luego de varios minutos de caminata.
En una publicación de la Universidad Mayor de San Andrés, titulada “Botánica Económica de los Andes Centrales”, define a los páramos de nuestro país como una “notable biodiversidad a escala de ecosistemas que se presenta en el Ecuador gracias a tres factores principales: la situación ecuatorial, la presencia de la cordillera de los Andes y otras sierras menores, la existencia de una fuente perhúmeda amazónica y de varias corrientes marinas frías y cálidas frente a las costas”, es decir, que suma una serie de condiciones únicas que hacen de este un ecosistema sumamente importante.

Según la misma publicación, en los páramos del Ecuador crecen 628 especies endémicas (especies que existen únicamente en el Ecuador y en ninguna otra parte del mundo), lo que representa el 15% de toda la flora endémica del Ecuador y el 4% del total de la flora del país.
Los páramos son los ecosistemas de montaña más ricos en especies. Además de las plantas, los animales también se adaptaron. Se pueden ver en este hábitat animales de gran tamaño como el oso de anteojos, el tapir andino, venados, pumas, el lobo de páramo, y otras especies más pequeñas como conejos, cuyes, ratones, y muchas especies de insectos y  aves.

Achachay que frío, una historia de hielo y paja

Una gran parte de los páramos está poblada por pajonales (Calamagrostis intermedia), que es una planta muy fuerte que crece desde los 2.800 hasta los 3.500 m.
Además de colaborar con la recolección de agua, la gente le da muchos usos artesanales. Con la paja se elaboran canastas, bandejas y cestas, pero el uso predominante es para cubrir los techos de las casas y chozas.
Además, hasta hoy en día se conserva un uso tradicional para esta planta, aunque está a punto de desaparecer, pues solo existe una persona que lo realiza, el transporte de hielo desde las cumbres de los nevados hasta las ciudades.
El “último hielero del Chimborazo”, Baltasar Ushca, se inició en este duro trabajo a los 13 años de edad, cuando aún no existían las fábricas de hielo y la única manera de saborear un helado en Riobamba era con el hielo que Baltasar sacaba del Taita Chimborazo.
Hace muchas décadas era común ver a los “hieleros”, personas que viajaban desde los pueblos y ciudades para traer hielo de los nevados de la sierra ecuatoriana. Era en el tiempo en que los refrigeradores y congeladores no eran populares.
El Chimborazo con sus 6.310 m., es la montaña más alta del Ecuador, y durante muchos años ha sido testigo de cómo de sus faldas se ha extraído el hielo para ser transportado, envuelto en paja de páramo, a los mercados de las ciudades cercanas. Actualmente, este hielo sirve para elaborar los tradicionales raspados y jugos.
Actualmente, Baltasar Ushca, con sus 69 años encima, todavía arranca una parte de los hielos eternos del coloso de los Andes para llevarlo hasta el mercado de Riobamba. No gana mucho dinero pero su mayor recompensa está en los gesto de amistad y admiración que recibe cuando llega al mercado de Riobamba.
Baltazar aparenta mucha vitalidad aún, pero un dicho popular señala que “los años no pasan en vano” y en algún momento el peso de los años lo obligará a dejar de subir a al Chimborazo.
Con él se va muriendo esta bella tradición. Luego de él, ¿quién será el encargado de seguir proporcionando este valioso elemento para la realización de los jugos?, pues, sin el hielo del volcán su sabor tal vez no sea igual.

No hay comentarios:

Publicar un comentario