Mi
recorrido en el Museo Interactivo de Ciencia abrió más mis ojos, pero también mi
percepción del mundo en el que vivimos. Al llegar a la entrada del museo me
encontré con un paisaje lleno de vida y naturaleza, diferente a lo que me
esperaba en una ciudad metropolitana como Quito.
Luego
de visitar cada exposición, salía con un punto de vista diferente. La sala La Mente,
por ejemplo, me ofreció la oportunidad de poner mi cerebro a prueba, con
actividades que iban más allá de solo informar, sino de darme una inolvidable
experiencia, participando e interactuando, que en mi opinión, es una forma
eficiente de enfocar el conocimiento.
La
importancia de los sentidos, y como colaboran y trabajan junto con el cerebro
humano, se volvió algo muy real para mí, durante mi tiempo en la sala La Mente. Es algo que
muchas personas no toman en cuenta. Esta experiencia me hizo entender que la
mente es más poderosa que lo que uno cree.
En
una de las actividades, la mediadora que nos acompañaba nos mostró cómo el
cerebro crea ilusiones. Algo que llamó mi intención fue una rueda que
aparentemente era en negro y blanco, cuando la mediadora nos pregunto si veíamos
otros colores yo y un grupo de personas estábamos de acuerdo con que no había
más colores en la imagen. La mediadora, con una sonrisa giró la rueda, y con
incredulidad vimos colores como amarillo, verde, y rojo. Todos estábamos
ansiosos por escuchar una explicación, la cual era que la mente crea ilusiones
en espacios blancos por la velocidad de giro de la rueda, en este caso, remplazando
los espacios blancos con colores.
Otro
aspecto del MIC, que me impacto, fue la historia que aún se conservan detrás
del museo. Entré al Museo de Sitio, una sala con telares antiguos, que
pertenecieron a lo que antes era la fabrica La
Industrial, un lugar con varias maquinas antiguas, oscura
y muy ruidosa. Este espacio me transporto a la época en cuando estaban en uso. Al dar unos pocos pasos inmediatamente estaba envuelta en fuertes
sonidos que estas máquinas creaban,
y al instante me dio la sensación de estar en un lugar con una rica
historia, de una época cuando yo no existía.
Aprecié la película que mostraba entrevistas de las personas que
antes llamaban en este lugar, un espacio que se convirtió en su vida, en “lo
único que sabían hacer” y que ahora es el MIC.
La conservación y la protección del medio ambiente es un tema que
siempre me ha interesado. En el MIC, este tema es de mucha importancia y me
gustó el enfoque de acercarse a los niños de una manera práctica y a la vez
divertida. Sin embargo, opino que este tema se podría reforzar utilizando el
gran espacio de naturaleza en el exterior del museo.
Un aspecto muy impresionante es como colaboran con las poblaciones y
barrios alejados del MIC y les permite acceder a este lugar y puedan
tener una experiencia que difícilmente podrán olvidar.
Por
esto quise colaborar con el MIC, porque esto es la prueba que este museo le
interesa, más que todo, socializar la ciencia entre las personas que en este
país habitan. Esta y otras razones crearon mi interés en ser parte de un equipo
enfocado en la educación informal al mundo en que vivimos.
Siendo
de New Jersey, estudié periodismo y he trabajado en varios medios de
comunicación y tengo un gran interés en la humanidad y en el planeta. Mis experiencias
periodísticas me pusieron en contacto directo con el mundo y con las
comunidades. Pero aspiro ir más allá y hacer algo que en realidad impacte al planeta.
Es así que decidí ser parte de este museo y de los varios proyectos que ellos ofrecen
a la comunidad. Todavía tengo mucho que aprender y espero lograrlo con el MIC.
Sophia
Rodríguez
Comunicación
MIC
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