A propósito del Día de los Santos Inocentes
Que
la ciencia no te juegue una inocentada
En la telaraña del Internet, existen muchas
noticias presentadas y escritas como científicas que en realidad no tienen el
soporte investigativo que necesitan. Luego de la inocentada maya del 21 de
diciembre, donde más de uno dudo de su futuro y el del planeta, queremos
sugerirte unas recomendaciones para reconocer las verdaderas noticias
científicas y no dejar que te sorprendan fácilmente.
1.
Los hechos son en
realidad anécdotas
El
relato de estos hechos que, en la mayoría de los casos no se pueden replicar, penetra
en el imaginario de las personas y se quedan en sus memorias como hechos
reales, cuando pueden ser coincidencias o mitos.
2.
El descubridor asegura
la existencia de un boicot para que su teoría no crezca
Se
desvía la atención de su teoría denunciando que las grandes corporaciones, como
las petroleras, no quieren que su descubrimiento llegue a concretarse. Su
análisis se refiere más a los porqués del complot antes que a la viabilidad de
su teoría.
3.
Los cambios son
radicales
Es
la más fácil de comprobar y casi siempre se relaciona con avances tecnológicos.
Los cambios radicales provocarían catástrofes económicas o sociales y hasta
ahora no se han concretado, aunque han existido varios anuncios al respecto.
4.
El investigador no deja
probar su invento
Este
tipo de actitudes deben disparar todas las alarmas antiestafas. El investigador
no permite que la comunidad pueda comprobar su teoría, alegando excusas como
que el proyecto está en fase de investigación y otras que no abren la
posibilidad de comprobación.
5.
Se pide apoyo económico
por adelantado
Antes
de presentar el proyecto final y sustentando el mismo con cifras y análisis
incomprensibles, el investigador pide dinero para poder continuar con el
proyecto, sin ofrecer garantías o auspiciantes serios que lo respalden.
Los avances científicos caminan al paso de la
tecnología y los estudios que acompañan a los investigadores. No se puede
esperar que alguien prediga el fin del mundo basándose en una profecía sin
soporte científico o que alguien descubra la cura definitiva de enfermedades
catastróficas sin que haya existido un camino trazado para ello. Dudar para no
ser engañado parece ser una premisa valedera que debe acompañar a los lectores.
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