lunes, 3 de junio de 2013

Niño que no llora… ¿Pero y si arma berrinche?


Del mismo modo que no sería razonable pedirle a un bebé de seis  meses que hable, tampoco lo es pedirle a un pequeño de tres años  que tenga una fuerte capacidad de controlar impulsos y tolerar las frustraciones. Aún está aprendiendo, y es un aprendizaje que necesita tiempo de maduración. Si no les exigimos nunca, los niños se debilitan y pierden oportunidades de crecimiento y desarrollo. Si les exigimos de más, exageradamente, los enfrentamos a una experiencia frustrante.

Si bien es necesario exigir a los niños, hay que saber hacerlo de tal forma que sea una exigencia saludable. Eso lo logramos cuando somos capaces de  pedirles algo que pueden lograr con un esfuerzo razonable. Cuando los niños están en una edad en la cual es normal que los conflictos abunden ya que son oposicionistas, testarudos y muy curiosos, tenemos que saber elegir las batallas, para poder focalizar bien las energías y no desgastarnos inútilmente.

Los berrinches no son beneficiosos para nadie. Para el niño son una desagradable experiencia de descontrol, y para los padres una situación perturbadora. Sin embargo, existen algunas medidas y precauciones que ayudan a evitar los conflictos innecesarios, capaces de generar una explosión emocional indeseada.

Tips saludables

1. Es conveniente no enfrentar al niño a frustraciones cuando está cansado o molesto. En esos casos lo prioritario es que descanse y recupere el bienestar antes de hacerle planteos conflictivos.

2. Cuando hay que hacer algo que sabemos que no les gusta, pero que viene acompañado de algo que sí les gusta, lo mejor es utilizar un tono entusiasta al plantearles lo que se hará. Es decir, poner el acento en lo que les agrada ¡Vamos a pasear!

3. Ofrecerles opciones cuando sea posible permite distraerlos y darles una ilusión de control que no tendrían si simplemente les damos una orden. Mejor que recordarles que hay que irse a bañar puede ser plantearles: ¿Quieres bañarte antes o después de comer?

4. En estos primeros años aún son muy dependientes de la fuerza de los estímulos, por lo que todavía es posible distraerlos y cambiarles el foco de atención de lo que “no se puede” a algo que “sí se puede”.

5. Es buena práctica pensar antes de cada “no” que vayamos a decir. ¿Es realmente necesario o importante oponerme a esto? ¿O es un detalle menor por el que no vale la pena un conflicto? Hay muchos detalles que no tienen tanta importancia como para provocar un episodio de estrés.

Parece fácil pero no lo es

No es raro que las personas que han pasado por la experiencia de criar hijos tengan una visión muy simplista y reducida de lo que significa. Los padres descubren durante la crianza que no podemos hacer de nuestro hijo lo que queremos porque él tiene ya su manera de ser, sus gustos y sus ganas de ser él mismo. Se debe aprender que los niños no son perfectos. En mayor o menor medida, todos pasaremos por la experiencia de que nuestro hijo no deje dormir a nuestros vecinos, que haga algún comentario indiscreto frente a la maestra o que tenga un berrinche justo cuando hay visitas.
Es necesario estar preparados para situaciones en las cuales parte del problema es el comportamiento del niño, y la otra parte es la mirada de los demás sobre éste. La manera de tolerar esta situación depende en buena medida de nuestra manera de ser y de la seguridad en nosotros mismos. Pero también depende del grado de convencimiento en lo que estamos haciendo.
Cuando pasen por una situación siempre recuerden que ustedes deben ser los jueces principales de su rol como madre o padre. Ustedes son los que saben cómo es la situación en toda su complejidad, mientras que los que ven de afuera sólo conocen una pequeñísima parte. No le confieran a nadie el derecho de juzgarlos livianamente ni se dejan afectar por ello.

Una salida lo más elegante posible

Habrá personas que son capaces de tolerar la mirada crítica de los desconocidos, pero no la de sus suegros. Otras que sienten mucha necesidad de que otros las validen en su rol como madres o padres. Conocerse a uno mismo es necesario para ser más libres.
Si es necesario abrazar al niño para que se calme, lo haremos aunque los demás no estén de acuerdo o no entiendan. Si es necesario podemos dejarlos patalear unos minutos aunque esos minutos se vuelvan los más largos de nuestra vida. El mensaje que recibirá el niño en este caso será muy formativo, ya que le hablará de la firmeza y la seguridad del  padre o la madre, a quien el berrinche estaba dedicado.
Hay situaciones en las cuales no es posible o adecuado quedarse si el niño hace un berrinche, en esos casos lo conveniente es tomar al niño con firmeza y sin violencia y llevarlo a un lugar privado en el cual puedan resolver la situación más adecuadamente. Allí se podrá esperar a que el berrinche pase, que el niño recupere su capacidad de pensar y expresarse. Una vez recompuestos se podrá volver al público con la seguridad que da el haber sabido resolver una situación conflictiva de la mejor manera.

Modelos reales

La rabia y el enojo son emociones normales, deseables y esperables. No sentirlos cuando nos atacan o nos frustramos indica una apatía emocional severa o una gran represión de las emociones. Un buen modelo de referencia para los más chicos no es un padre que no se enoja nunca sino aquel que sabe poner en juego recursos que le permiten expresarse de forma inteligente. Para ser un buen ejemplo es necesario demostrar coherencia y consistencia en nuestro accionar, mantener una actitud de autocontrol dentro y fuera de casa. Una buena prédica hogareña se echará a perder si nos ven descontrolados en el tránsito, el fútbol o hablando de política.

Existen berrinches verdaderos e involuntarios que son el resultado de la inmadurez cerebral, donde el niño es inundado por una emoción de tal magnitud que no puede controlar. Pero hay otro tipo de berrinches, los que debemos erradicar, que tienen que ver con el capricho y la manipulación. Frente a estos berrinches-capricho la mejor reacción es ignorarlas, para que el niño no aprenda que llorando y pataleando consigue lo que quiere. Si estamos seguros de que el niño no corre peligro, lo mejor es continuar con lo que se estaba haciendo, como si no pasara nada.

Fuente:
Departamento Psicopedagógico del Colegio Ovide Decroly-Los Fresnos A.C, “Siendo padres en fresnos - Detalles que hacen la diferencia”, 01 de mayo de 2013, Volumen 1, nº 6, México.

Renato Picerno
Comunicación
Museo Interactivo de Ciencia

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